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El origen de este champagne hemos de ir a buscarlo en el año 1876, cuando el zar Alejandro II, gran admirador de los vinos de Louis Roederer le pidió que hiciese un paso más y elaborara para su consumo personal una cuvée única tanto de continente como de contenido. Louis Roederer propone entonces hacer una botella de vidrio blanco excepcional en que se elabora la mejor selección de grands crus de siete viñedos de su propiedad. Esta cuvée sólo se elabora los años en que la madurez de la Chardonnay y la Pinot Noir pueden alcanzar un equilibrio sutil y preciso.